La barba de la estrella

La barba de la estrella

¿Sigue siendo una estrella del fútbol por sus excelentes cualidades o ya sólo es una estrella mediática? ¿Pretende ocultar sus presuntas carencias como futbolista con llamadas de atención, como esa barba que se ha dejado crecer? Sea lo que sea y esté como esté, David Beckham continua ocupando las portadas de todos los medios, y cada vez lo hace buscando un nuevo motivo que le haga ser protagonista. Ahora ha sido esa barba tan criticada por muchos pero que, seguro, va a ser imitada por otros tantos. Porque él solito crea tendencia, un  elemento destacado dentro del ámbito de la comunicación.

Su barba va a crear tendencia

Ahora juega en el Galaxy de Los Angeles, en Estados Unidos, tras haber sido una estrella que brillaba con luz propia en el Manchester United y el Real Madrid. Es en ese país, donde el fútbol no atrae tantas masas como en Europa, en el que David Beckham se mantiene como uno de los iconos de referencia. Si hasta lo han comparado con Abraham Lincoln, gracias a esa barba que ahora luce…

Nadie como Beckham, o quienes le asesoran en su comunicación personal, se reinventa con tanta facilidad. Sabe sacarle partido a una buena campaña de imagen personal para dirigir la mirada del público a donde quiera. Es decir, que si su momento profesional –en este caso, el fútbol- no es el mejor pero tiene que seguir arriba, lo adecuado es emprender la acción precisa para cambiar esa imagen o para mejorarla. Ejemplo que se aplica habitualmente, con mayor o menor fortuna, y que cualquier experto en comunicación conoce: llevar la atención hacia otro ángulo para que no se note que lo que se hacía hasta ahora ya no rinde los mejores resultados.

En este blog se escribía hace poco sobre la importancia que tiene la comunicación personal en la sociedad actual, de la enorme trascendencia que puede alcanzar el dominio de las habilidades comunicativas, algo que se aprende y se entrena. Pues parece que David Beckham es un alumno aventajado porque, si no, ¿cómo se explica que lleve tanto tiempo en boca de todos, más por lo que ahora hace fuera de los campos de fútbol que por sus habilidades con el balón? Ya el hecho de haberse casado con una spice girl da una idea aproximada por dónde quería encaminar sus pasos. Un matrimonio que les rinde unos excelentes beneficios. A saber: si él ya no juega tan bien al fútbol porque, además, su equipo no es nada del otro mundo, y ella hace mucho que no canta, ¿dónde está la clave para que los dos sigan siendo unos number one?

No parece haber duda de lo bien trabajada que tienen su comunicación personal; de lo bien que saben vender su imagen; de las habilidades que han aprendido a manejar para sacarle los mejores rendimientos a su empresa particular, que es ellos mismos. Pero, ¿hasta cuándo puede durar ese buen hacer? Porque cuando David Beckham ya no tenga nada profesional que vender -hablando de fútbol, naturalmente-, ¿va a continuar siendo la estrella que es ahora? Desde luego, su marca, la marca Beckham, se la ha creado en una magnífica aplicación de la mejor técnica de branding y para ello se ha apoyado en  su calidad como futbolista, en su aspecto físico, en su esposa, en el lujo del que hace gala, rayando muchas veces lo hortera… Todos, elementos eficaces que sirven a sus intereses. Como decimos en Woll, una marca es mucho más que un logotipo; es un conjunto de cosas que transmiten algo interesante, y hay que procurar mantener esas cosas en lo más alto para que la marca no decaiga. ¿Lo conseguirá la “empresa” Beckham?

 



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