13 Oct El show de la mina San José
33 personas atrapadas a más de 600 metros de profundidad pueden necesitar muchísimas cosas del exterior. No sólo bebida y alimentos o medicinas, sino también algo que leer, algunos juegos, pequeñas videocámaras y otras cosas que se van volviendo imprescindibles a medida que se acerca el rescate: un profesor de oratoria por ejemplo… No nos debe extrañar. Escribimos esto a pocas horas de que llegue a la superficie el primer minero rescatado del fondo de la mina de San José, en Chile. A estas alturas el campamento Esperanza no es sólo el escenario de un rescate; es un plató de televisión en el que se han dado cita más de 700 periodistas de todo el mundo, un inmenso escaparate del que todos, de una u otra manera, esperan sacar partido.
Los mineros, que han podido hablar con sus allegados en estos días, saben la expectación que generan e intuyen lo que les espera arriba. Y quieren aprovechar su minuto de gloria. Nada de mostrarse aturdidos ante la avalancha de preguntas, ni titubeos ni expresiones vacilantes. El profesor de oratoria ya les habrá explicado lo importante que es tener claro el mensaje que quieren transmitir y tomar la iniciativa para contestar las preguntas que ya pueden imaginar. Esa expectativa de notoriedad es la que ha provocado discusiones entre los mineros atrapados a cuenta del orden de salida. Se disputan el último puesto, porque será la imagen de miles de portadas: el rostro del último minero atrapado. También lo será el primero, pero con el último la celebración será completa, se finalizará el rescate y ya no serán necesarias las cautelas.
Si de todo esto se dan cuenta 33 personas que han pasado los últimos meses -casi tres- bajo tierra, ya se pueden imaginar lo que esperan de este momento los responsables del Gobierno de Chile. Este enorme escaparate va a servir para darse un baño de popularidad al presidente Sebastián Piñera, que tratará de rentabilizar el abrazo con cada uno de los hombres rescatados. Es, además, una enorme inyección de moral colectiva para Chile, que ha demostrado que tiene la capacidad y el tesón para rescatar a sus ciudadanos en peligro. Un espaldarazo que necesitaba el país después del terrible terremoto de principios de año que mató a cientos de personas.
El rescate es, por lo tanto, una inmensa atalaya desde la que ondear la bandera chilena y apelar al orgullo de un pueblo. Ya de hecho se pueden observar docenas de banderas chilenas alrededor de la zona de rescate. Es mucho más convincente transmitir una emoción que un mensaje elaborado. Por eso los símbolos, los gestos y las palabras que digan unos y otros van a ser tan importantes. Ante un desenlace tan esperado como este lo más probable es que quede poco tiempo para la improvisación. Estaremos atentos a las primeras palabras de rescatadores y rescatados. Tal vez el profesor de oratoria que pidieron los mineros ya las sepa.