09 Sep Cuestión de imagen
Supongo que en cierta compañía de servicios telefónicos habrán hecho sus cálculos. Habrán puesto en una balanza lo que puede costar recomponer su imagen pública junto a los beneficios de mantener clientes mediante estratagemas poco éticas, y el platillo que más pesó fue este último. Ya lo sé , este es un blog de comunicación y no de consumidores; y de imagen voy a hablar, de percepción de marca, de valores asociados a una empresa. Del principal activo al que aspira cualquier negocio, sea del tamaño que sea y por el que tanto dinero se gasta: credibilidad. Desde hace poco tiempo las compañías telefónicas están obligadas a dar de baja a sus clientes si éstos lo solicitan, sin más trámites que una llamada telefónica. Exactamente igual que para formalizar un alta pero con un plazo de 48 horas para hacerse efectiva.
– ¿En qué puedo servirle?
– Quería dar de baja la línea.
– Muy bien. Le enviaremos un formulario para ello que le llegará en quince días y que nos debe remitir a la compañía.
– Pero eso es mucho tiempo y hasta entonces me van a seguir cobrando el servicio…
– Efectivamente, por eso le compensamos con un bono de 100 minutos de fijo a móvil
– Perdone señorita, yo pensaba que ustedes estaban obligados a darme de baja sin más trámites.
-Efectivamente, señor. Tiene derecho a que en 48 horas le demos de baja su línea. ¿Desea hacerlo de este modo?
– (…)
La misma llamada con el mismo diálogo se repitió dos días después. Volvemos al principio. ¿En cuánto valora una compañía los valores asociados a su imagen? Algunos dirían que eso no tiene precio pero evidentemente para esta compañía sí.