Cuestión de imagen

Cuestión de imagen

Supongo que en cierta compañía de servicios telefónicos habrán hecho sus cálculos. Habrán puesto en una balanza lo que puede costar recomponer su imagen pública junto a los beneficios de mantener clientes mediante estratagemas poco éticas, y el platillo que más pesó fue este último. Ya lo sé , este es un blog de comunicación y no de consumidores; y de imagen voy a hablar, de percepción de marca, de valores asociados a una empresa. Del principal activo al que aspira cualquier negocio, sea del tamaño que sea  y por el que tanto dinero se gasta: credibilidad. Desde hace poco tiempo las compañías telefónicas están obligadas a dar de baja a sus clientes si éstos lo solicitan, sin más trámites que una llamada telefónica. Exactamente igual que para  formalizar un alta pero con un plazo de 48 horas para hacerse efectiva.

– ¿En qué puedo servirle?

– Quería dar de baja la línea.

– Muy bien. Le enviaremos un formulario para ello que le llegará en quince días y que nos debe remitir a la compañía.

– Pero eso es mucho tiempo y hasta entonces me van a seguir cobrando el servicio…

– Efectivamente, por eso le compensamos con un bono de 100 minutos de fijo a móvil

– Perdone señorita, yo pensaba que ustedes estaban obligados a darme de baja sin más trámites.

-Efectivamente, señor. Tiene derecho a que en 48 horas le demos de baja su línea. ¿Desea hacerlo de este modo?

– (…)

La misma llamada con el mismo diálogo se repitió dos días después.  Volvemos al principio. ¿En cuánto valora una compañía los valores asociados a su imagen? Algunos dirían que eso no tiene precio pero evidentemente para esta compañía sí.

 



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